jueves, 31 de enero de 2013

Reportaje: Jóvenes, emprendedores y valientes


JÓVENES, EMPRENDEDORES Y VALIENTES

La crisis ha dejado sin trabajo a muchos, pero algunos jóvenes se arman de coraje para alcanzar su sueño: crear su propio negocio.
MARÍA RELAÑO ALBEROLA.


Joseba tiene 22 años, empezó a trabajar en el negocio de la hostelería hace 4 años y ya ha montado su propio bar. Giovanna tiene 31 y abrió su carnicería hace casi un año después de haber trabajado en el gremio durante unos años. Son dos ejemplos de jóvenes emprendedores y con iniciativa que se han armado de valor en tiempos de crisis.


La carnicería “Yoana” se encuentra en un barrio logroñés, próximo al río Ebro. Aparentemente es una carnicería como otra cualquiera con un mostrador acristalado repleto de carne y embutido, pan y algunas conservas. Pero lo especial de este negocio no es el producto, sino el modo de trabajo. Giovanna abrió el negocio en números rojos por el alquiler y el pago a proveedores. “Añades a eso que todavía no tienes una clientela captada y se crean todavía más deudas”, explicaba. 

Todo fueron dificultades al principio, no podían hacer frente a los gastos y los ingresos no eran los suficientes para sacar adelante su negocio. Estando ya a punto de cerrar la carnicería, Giovanna tuvo una idea. “Una vocecita me dijo: escribe lo que sientes y expónlo”. Y así lo hizo. Cogió papel y boli, escribió a mano lo que pensaba y colgó los carteles por el barrio. “Con que me compraran una vez por semana era suficiente para que mi negocio saliera adelante”, decía emocionada. Y así fue. 

Poco a poco los vecinos del barrio se acercaban a su carnicería. Uno de ellos se ofreció a pasar sus carteles a ordenador. Un escritor se hizo eco de la situación de la joven carnicera y le ayudó a difundir su historia a través de internet. Los carteles llegaron hasta la otra punta de la ciudad y Giovanna empezó a ver en su local muchas caras desconocidas. “Todavía no me lo creo”, decía emocionada. Aún no puede decir que tenga beneficios, pero sí puede afrontar los gastos. Y esto le está permitiendo sacar su negocio adelante. 

“Los bancos no me lo han puesto nada fácil por ser tan joven”, explicaba Joseba. Con 22 años ha montado su propio bar, un local céntrico en Logroño y muy moderno. Pese a las dificultades su negocio lleva unos meses en funcionamiento y ya tiene una clientela fija. Reconoce que no es el mejor momento para abrir un bar. Su secreto, nos dice, es muy sencillo: “Cuidar la clientela”. Aunque también usa una herramienta muy potente en esta nueva era tecnológica: las redes sociales. 

Estos dos riojanos cuentan con facilidades como las que presta a Asociación de Jóvenes Empresarios y Emprendedores de La Rioja (AJER), con más de 300 socios. Cada asociado obtiene información periódica (noticias, oportunidades, convocatorias, etc), puede solicitar mediación empresarial para solucionar disputas mercantiles y civiles, tiene la posibilidad de asistir a comisiones de trabajo, eventos o cursos de formación. También obtienen asesoramiento, muy importante tratándose de gente tan joven, y la posibilidad de participar en proyectos de cooperación y desarrollo. 

Además de estas ayudas a nivel autonómico, la Confederación Española de Jóvenes Empresarios (CEAJE) ha creado una plataforma para impulsar el proceso emprendedor llamada AJEImpulsa. Un proyecto en el que los jóvenes pueden compartir experiencias e ideas entre ellos y con asistencia personalizada hasta que la empresa cumple 18 meses. No faltan los módulos formativos específicos en áreas como marketing, recursos humanos, habilidades directivas o de gestión. La financiación que CEAJE ofrece va desde los 25.000 hasta los 75.000 euros.

Giovanna contaba que muchos le decían que montar ahora un negocio es una locura. Pero tanto ella como Joseba decidieron seguir adelante y montar su empresa. Los dos están contentos y agradecen las ayudas que se les presta. ¿La clave para ambos? Cuidar y mimar su clientela por mucha crisis que haya. 

Reseña: LA CULTURA DEL NUEVO CAPITALISMO (Richard Sennett)


CONSUMISMO, POLÍTICA Y TRABAJO

Una sociedad capitalista regida por el cambio
 MARÍA RELAÑO ALBEROLA

Richard Sennet, Anagrama (2006). La cultura del nuevo capitalismo.







El sociólogo estadounidense Richard Sennett repasa en su ensayo “La cultura del nuevo capitalismo” cómo la fragmentación de las instituciones ha dado lugar a una fragmentación de la cultura. El libro habla de una sociedad capitalista cambiante en la que los individuos no pueden dedicarle tiempo a su trabajo y donde predominan las relaciones a corto plazo.

La Universidad de Yale invitó en el año 2004 a Richard Sennett a dar tres conferencias sobre las investigaciones que había comenzado a mediados de los noventa relacionadas con el trabajo en la sociedad capitalista moderna y sus consecuencias para los trabajadores. Las “Castle Lectures” del año 2004 trataban sobre ética, política y economía. El objetivo era hacer reflexionar sobre las implicaciones morales de la sociedad y del gobierno en una sociedad moderna compleja. Entre los ponentes destacaron Robert Pippin, Francis Fukuyama o Robert Dahl. La primera publicación de Richard Sennett relacionada con el trabajo fue “La corrosión del carácter” (1998), cuatro años después “El respeto sobre la dignidad del hombre en un mundo desigual” y “La cultura del nuevo capitalismo” en el año 2006. Recientemente ha publicado “The Craftsman” (2008) y “Together: The Rituals, Pleasures and Politics of Co-operation” (2012), también en el mismo sentido.

El autor describe una sociedad capitalista que evoluciona a partir de los años sesenta y conlleva la fragmentación de las instituciones y de la cultura. Los años noventa se convierten en la década ideal del nuevo capitalismo, es la época de la industria de la alta tecnología, los servicios financieros y los medios de comunicación. Todos estos cambios hacen que la sociedad adopte una mentalidad a corto plazo, y esto afecta también a las concepciones del gobierno. La sociedad ya no es estable, habla de una sociedad cambiante en la que los trabajadores se ven obligados a moverse de un sitio a otro en busca de trabajo. El desarrollo de una sola habilidad bien hecha se convierte en algo del pasado, y a esto mismo, al pasado, renuncian los miembros de una sociedad consumista que cambian lo viejo por lo nuevo. A finales del siglo XX los accionistas toman el poder en las grandes compañías, la banca mercantil se hace internacional y aparecen nuevas tecnologías en el campo de la fabricación y la comunicación como el correo electrónico. Las empresas necesitan reinventarse, tienen que ser dinámicas y resultar atractivas para los inversores. Esta nueva sociedad capitalista es abrumadora, estresante, dinámica e inestable debido al frenesí de los mercados o el auge y el derrumbe de las fábricas, entre otros muchos motivos.

A lo largo del libro nombra a varios pensadores que tienen teorías relacionadas con la nueva cultura. Uno de ellos es Zygmunt Bauman y su concepto de modernidad líquida. También Karl Marx y su anhelo de lo rural frente a la inestabilidad material y mental en la industria, el mundo desenfrenado de las finanzas y la migración de los trabajadores. Richard Sennett expone dos tipos de organizaciones sociales: el capitalismo social militar y la pirámide weberiana. El primero se basa en el modelo militar de la Alemania de Otto Von Bismark, en él es posible un pensamiento a largo plazo, como la compra de una casa o la planificación de las etapas de una carrera. El segundo es un modelo liberal de producción, una pirámide con las funciones definidas para aumentar la competencia y la eficiencia. Este modelo dominó muchas organizaciones durante el siglo XX, es la llamada jaula de hierro nacional. En este punto el autor da su opinión, cree que el legado de Bismark y Weber es el tiempo organizado y que el capitalismo social es frágil.

Richard Sennett analiza las relaciones laborales y hace énfasis en el abandono del trabajo artesanal y la necesidad de adaptarse a varias habilidades en lugar de centrarse en una y hacerla bien. Introduce el concepto de organizaciones flexibles. Se refiere a las empresas en las que sus empleados deben adaptarse a las circunstancias, deben ser tolerantes y no aferrarse a su puesto. Esto ocurre especialmente con el trabajo temporal, que para el sociólogo produce estrés a los trabajadores al tener un futuro impredecible. Otro problema que plantea en la nueva sociedad capitalista es la desigualdad, se refiere a los salarios y a la desaparición de las capas intermedias que provocan una distancia social entre el sector más alto y el más bajo. Expone la creencia de que todo esto ha dado lugar a tres problemas sociales en el trabajador: una baja lealtad institucional, la disminución de la confianza informal entre trabajadores (es decir, lo que cada uno sabría hacer bajo presión y no lo que pone en su contrato) y el debilitamiento del conocimiento institucional (el conocimiento está en la parte más baja de la empresa y son los primeros en ser despedidos). A su vez, estos tres problemas dan lugar a las instituciones de vanguardia, según Sennett, empresas con autoridad y débil poder centralizado. Pero plantea dos problemas, en este tipo de instituciones se pierde la gratificación diferida y el pensamiento a largo plazo.

Otro tema que preocupa bastante a Sennett es la política de consumo en dos sentidos: el ciudadano como consumidor de bienes y también de política. Culpa a las nuevas formas de mercado que hacen que el consumidor no piense como artesano, sino que busque la mayor comodidad. Richard Sennett corrige a Marx en su definición del consumidor como un coleccionista de tesoros que acumulaba bienes, para él no es así, éste renuncia a ellos. Es el pensamiento que describía anteriormente del desprendimiento del pasado, los logros del pasado ya no importan. Habla del fenómeno de las marcas, cómo un producto básico incrementa su precio resaltando las diferencias. En cuanto a la potencia, en esta nueva cultura dice algo verdaderamente cierto, siempre queremos lo más potente, los ordenadores más potentes, los coches más potentes… Aunque nunca usaremos toda la memoria de ese ordenador ni llegaremos a la máxima velocidad de ese coche. El ciudadano como consumidor es característico de la cultura capitalista, el autor le llama consumidor-espectador-ciudadano, ya que desea lo que todavía no tiene.

Establece una comparación entre la política moderna y las marcas. Caracteriza la política como pro-empresarial, de inclusión social y ambivalente en cuanto a la inmigración. Pone como ejemplo los parecidos entre los partidos de Ronald Reagan y Bill Clinton en EEUU, que únicamente resaltaban las diferencias. Afirma que no existe una confianza en la clase política y aquí entra en el tema del progresismo dando su opinión. Para él una buena organización política progresista se basa en un proyecto común de los ciudadanos. También cree que un Estado progresista debería pagar a quienes cuidan a los ancianos o las madres que cuidan a sus hijos, ya que a su juicio se confunde la utilidad doméstica con el altruismo. Y argumenta que la cultura moderna no es progresista porque el interés es individual en vez de colectivo, por la forma de modelar el tiempo o por la pasión por el consumo.

Finalmente propone una solución ante tanta inestabilidad producida por el cambio, crear un “ancla cultural”. Para ello son necesarios tres valores: el relato, la utilidad y el espíritu artesanal. El relato es una conexión narrativa en el trabajo, lo define como “experimentos culturales que aumentan la capacidad de las personas para interpretar su experiencia”. Toda persona necesita sentirse útil, tener un estatus. Sennett cree que si los políticos consideraran la utilidad como un bien público desaparecería el fantasma de la inutilidad. Y por último el espíritu artesanal, que para él es el desafío más radical. “Hacer bien algo por el simple hecho de hacerlo bien” sin obtener nada a cambio. Significa compromiso, y esto es imposible en las instituciones porque no existe lealtad.

La postura contraria a la sociedad moderna capitalista que describe el libro es la de la Nueva Izquierda que surge en los años sesenta del siglo XX y que redactó en 1962 la declaración de Port Huron. Está en contra de la burocracia, es severa con el socialismo de Estado y las multinacionales, con el control económico centralizado, con los planes quinquenales, con los empleos de por vida y con las instituciones del bienestar. La Nueva Izquierda cree que la maquinaria militar es autodestructiva y desea que la burocracia se desgaste desde dentro. En cierto modo con el tiempo ocurrió y tuvo lugar una separación de la autoridad y un debilitamiento de la lealtad a las instituciones. Sin embargo, la burocracia se reorganizó con la tecnología, las finanzas, los medios de comunicación y la mercadotecnia. Richard Sennett confiesa: “¡Yo era uno de esos soñadores juveniles!”.

A lo largo de la lectura es fácil sentirse identificado con las personas o situaciones que el sociólogo describe, pero que quizás no nos paramos a analizarlas fríamente en nuestro día a día. Por ejemplo en el tema de la potencia, siempre queremos comprar cosas sin límites, aunque luego no lo vayamos a usar (coches, ordenadores, ipod…). Y no nos paramos a pensar en que hace años se vivía con unos zapatos, y si se estropeaban se llevaban a arreglar, pero nunca se tiraban. Este espíritu consumista es algo demasiado normal en nuestras vidas. Al igual que todo lo que describe, la movilidad en el trabajo, la capacidad para adaptarse de un puesto o a otro. Hoy en día las carreras universitarias tienen varias salidas profesionales, no salimos preparados para hacer una determinada tarea. Y todo esto nos lo venden como libertad de elección. Podemos decidir qué hacer con nuestra vida, dónde trabajar y qué comprar. ¿Pero es verdaderamente así o estamos subordinados a esta sociedad moderna en la que creemos que somos libres pero no lo somos? Para Richard Sennett el trabajo, el talento y el consumo no dan la libertad y él cree que “tal vez la rebelión contra esta cultura debilitada constituya nuestra próxima nueva página de la historia”. 

Reseña: DESAYUNO EN TIFFANY'S (Truman Capote)


EL DIAMANTE DE CAPOTE



FICHA TÉCNICA
Título: Desayuno en Tiffany’s
Autor: Truman Capote
Traductor: Enrique Murillo
Editorial: Anagrama, 1990 (Barcelona).
158 páginas, 7,90 Euros.


La tarjeta de su buzón la definía: “Miss Holiday Golightly, Viajera.” La protagonista de la novela es una mujer inquieta, trotamundos y que vive el día a día sin saber qué le deparará el mañana. Alguna vez ha tenido algún papel como actriz, cosa de contactos. Siempre está rodeada de hombres, todos ellos influyentes en Nueva York, por lo que su nombre es bien conocido en la ciudad. Vive a costa de estos hombres, que entran y salen continuamente de su apartamento. Para ella no existe el compromiso, ni las ataduras, ni siquiera cree en la amistad. Lo más importante es el dinero, nada mejor que una joya de Tiffany’s.

Holly conoce a varios personajes. Entre ellos se encuentra Fred, como ella lo llama, que es el narrador de la novela. Un joven que vive en su bloque de apartamentos. Él se enamora de Holly, pero el sentimiento nunca llega a ser recíproco. Es un narrador en primera persona que vive la historia. Da su opinión, pero no la de los demás. En este caso no es el protagonista, sino testigo, cuenta la historia desde un punto de vista secundario. En cuanto a la estructura narrativa, la historia comienza con un encuentro entre dos personajes, que recuerdan a Holy Golightly. A raíz de ese recuerdo, el narrador comienza a contar cómo conoció a la protagonista y los momentos que vivió con ella de forma lineal.

Truman Capote publicó la novela en 1958. El personaje de Holly se convirtió en un referente cultural en América. Reflejaba la mujer que acudía a los “cafés sociales” rodeada de hombres que la llevaban a restaurantes caros y clubes. Un tipo de mujer mantenida que no sabía cocinar, que no trabajaba y que montaba fiestas en su casa. Una mujer de compañía que no se dedicaba a la prostitución. Este tipo de mujeres estaban mal vistas por gran parte de la sociedad.

El autor crea un personaje cómico: Holy Golightly. Una joven seductora que arrasa con todo, es el centro de atención y que se levanta tantas veces como se cae. Capote mezcla el humor con la tristeza. La vida azarosa que lleva con su tristeza interior y desorden de personalidad. Holly vive una mentira, pero ella misma se cree su propia mentira, y en su mundo, ella es feliz. La novela resulta divertida y dinámica. A mi juicio, el personaje de Holly es sencillamente excepcional.